Necesito una etiqueta de utilidad, algo que me defina como ente fiable ante el desempeño de una tarea específica. Como tu prima la informática a la que le encasquetas el ordenador todas las veces que te va lento o como tu tío el médico al que llamas cada vez que te resfrías.
No necesito saber para lo que sirvo, necesito saber para lo que soy útil. Necesito saber de qué puedo vivir. Porque a veces hago unas fotos estupendas, pero no soy fotógrafa. Normalmente me salen unas recetas que lo flipas, pero no soy cocinera. Escribo, pero no soy escritora (ni me voy a creer que podría vivir de esto). Soy madre, pero de eso tampoco se puede vivir (salvo que explotes a alguien, a ti misma en redes o a tus hijes, lo que es peor). Antes desarrollaba webs, ahora me pone de muy mala leche solo pensarlo. Estudié comunicación audiovisual y, pese a que ahora nos comuniquemos muy audiovisualmente (entendido lo audiovisual como un conjunto de técnicas digitales que nos permiten mantener conversaciones/contenidos a distancia), no creo que esta nueva concepción (la de las redes sociales) sea lo mío y la antigua, la del cine y la televisión, uf, qué pereza.
Las etiquetas de utilidad son un parabién* y un recurso habitual cuando tus amigas o conocidas te presentan. Algo distintivo y fácil de ubicar en las mentes de quien enuncia y de quien recibe. Mira, esta es Fulanita, politóloga. Ahh, estupendo, qué bien*, pues esta es Margarita, archivista. ¿Activista? No no, archivista, de archivos, bueno y activista también, jajaja.
Tampoco soy activista y no será porque no haya cosas que me revienten. Pero para ser activista hay que estar activa, tener las ideas claras y nunca nunca pero nunca usar tantos peros como yo. En cualquier caso, del activismo tampoco se puede vivir, no sería una opción, aunque sí una buena etiqueta. Mira, esta es mi amiga Roser, la activista. Aaaanda, ¿activista? Sí sí, activista. Algo sería, sí, porque ahora mismo la cosa va más bien… Pues esta es Roser. Ah, vale. Sí, bueno. ¿Y a qué te dedicas? Prrffff. Y se nota la falta de interés por todos lados.
Así que me gustaría facilitarle la vida a mis conocidas, que pudieran definirme en una palabra o a lo sumo en dos, que no tuvieran que andar dando explicaciones… Sí, esta es Roser, nos conocemos desde hace mil, tiene una nena, hace fotos a su perra, dice que cocina pero la verdad es que nunca he probado algo suyo, tiene un blog en el que escribe sus mierdas, paranoias, pero muy bien escritas, eh, porque se le da bien. Hace cosas, ¿qué cosas? Yo qué sé, no lo sé. En realidad no la conozco tanto. ¿De qué estábamos hablando? Es mucho más sencillo encontrar algo que te defina y pregonarlo a los cuatro vientos, acabas antes, quedas mejor: Sí, esta es Roser, apuntadora.
¿Qué más puedo no ser?
Ser apuntadora no es lo mismo que ser puntillista. Yo quizá sea puntillista, pero apuntadora no. Es curioso que me haya salido esa palabra sin pensar. ¿Qué más puedo no ser?
No soy bióloga, ni matemática, nada relacionado con la física ni con la ingeniería, nada con la ciencia en general. Yo soy más de letras. Sí, esta es Roser, de letras. Roser de letras. Pero ser de letras no es una profesión, no es ni una etiqueta en particular. Quizá lo fue cuando existía la EGB, quizá durante unos pocos años. Nunca más. ¿Qué más?
No soy formadora, ni teleoperadora, ni cajera, ni dependienta de unos grandes almacenes, nada de cara al público, nada de trato directo. Nada de trabajo remunerado hoy por hoy. Hola, soy Roser, de año sabático, de lustro sabático, de década todavía no, quién sabe si darán las rentas. Busco trabajo pero de qué. De madre no cuenta porque ser madre no está pagado. No hablo aquí de subrrogación (menudo costal hay ahí), hablo de la madre del como vaya yo y lo encuentre. Por cierto, me acabo de enterar que hay un libro sobre feminismo andalú que se llama así. Habrá que hacerse con uno.
Hablando de libros
Ya que ha surgido, me voy a dar el capricho de citar más libros. Resulta que todo este jaleo de la etiqueta de utilidad no es más que la necesidad de construir nuestra identidad entorno al trabajo, a lo que podemos producir, a lo que valemos para el capitalismo, no como personas sino como peones. Y este año he leído dos libros que algo tratan al respecto.


A lo que iba
Hola, soy Roser, sin profesión actual conocida, con más preguntas que respuestas y probablemente atravesando la crisis de la mediana edad. Solo quiero otra etiqueta, además de mi nombre de mujer, para que me podáis despachar rapidito y sin complicaciones, porque cuando Marx decía que el trabajo dignifica se refería a esto: el trabajo te da entidad, te proporciona una etiqueta de utilidad.
Si has llegado hasta aquí, mil gracias por leer. Puedes seguir con la entrada anterior a esta o con las que dedico en general a la escritura. No te recomiendo que te metas en los berenjenales de los tutoriales y temas de diseño puesto que la mayoría son entradas antiguas y desactualizadas ya, a lo tonto llevo ya más de quince años con el blog.
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