El rincón de escribir

Memorial de la paz, Hiroshima.

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Como si yo entendiera de bombas nucleares: Ejemplos prácticos II

Ahora empieza lo bueno. Después de haber encontrado un tema del que hablar y haber escrito algo, podríais decir: Venga, pues ya tienes relato, deja de dar la murguita. Pero habíamos quedado que este blog era mío y yo hacía lo que quería con él. Así que sigo.

Segundo punto de este proceso creativo:
Profundizar en el contexto histórico

La idea de esta parte del proceso es tener lo más claro posible el escenario en el que se va a desarrollar el relato. ¿Habéis visto alguna vez un editor de videojuegos en el que podéis tomar el control de la cámara y pasearos por los mundos de un juego? Sin personajes, solo los mapas, la ambientación, los efectos de iluminación… Esto sería parecido.

Mi personaje

Decía en la primera entrega, que ahora tocaría hacerse una composición de lugar del personaje: familia, dónde aparece en la línea temporal, qué es de su vida… Esto no es parte del escenario en sí, pero ayuda a darle forma: Si yo sé que mi protagonista es un pescador que va de camino al trabajo, podré investigar cómo eran los puertos de pescadores en el momento y lugar históricos de mi relato. En este caso mi personaje es un simple oficinista padre de familia que debe acudir al banco antes de entrar a trabajar un lunes de agosto de 1945.

Os presento a su familia:

Árbol genealógico de la familia del protagonista.

Y esta es su línea temporal:

Línea temporal del personaje desde su nacimiento hasta su muerte el día de los bombardeos.

Tengo esto aquí pasado a limpio porque sí formó parte de un ejercicio del taller. No es necesario montarse este croquis cada vez que se vaya a contar algo. Se puede tener claro en la cabeza o garabatearlo en un papel. Se puede no pensar en ello también, pero cuanto más vaga sea la idea que tengamos, menos detalles podremos aportar y los detalles son primordiales para cargar de verosimilitud una historia. Por cierto, mirad las edades de los hijos, ¿dónde creéis que están en 1945?

Su entorno

Luego, decía también en la primera entrada (que ya os enlacé antes), toca describir el entorno en el que se va a mover ese personaje para conocer el universo del relato y sus limitaciones históricas: ¿Cómo era Hiroshima entonces? ¿Es una ciudad de interior o costera? ¿Era una ciudad o más bien una villa? ¿Alguien sabe algo de este sitio además de que fue bombardeado? Ya os lo digo yo:

# Una sombra en Hiroshima (descripción de entorno)
Hay una plaza en alguna confluencia de calles de Hiroshima. La plaza está llena de bancos, pero no de los de sentarse a ver pasar la vida, que también, sino de los que te hipotecan el salario. Estas sucursales bancarias están dentro de grandes edificios de hormigón, con sus escalinatas y sus cristaleras de corazón económico de prefectura próspera no preocupada en exceso por una guerra agonizante (sí, esa guerra) que se libra, si es que sigue, lo suficientemente lejos de allí. Edificios, decía, que destacan del resto porque en realidad el centro de la ciudad de Hiroshima es más bien de callejas comerciales repletas de pequeñas tienducas que anuncian su género con coloridos letreros y lo exponen a mano del transeúnte para que no se le pierda detalle. De un lado, un ramal del río. Del otro, otro. La floración de los cerezos que en marzo arropa aquellas calles en agosto queda ya un poco lejos, si bien es cierto que, sobre la una del medio día, se va echando de menos alguna que otra sombra en Hiroshima. Pero a las ocho y catorce de la mañana del seis de agosto de 1945 en la entrada del banco, por muy claro que fuese el día y por más despejado que estuviese el cielo, el calor, ese calor cargante de verano violento, a las ocho y catorce que marcan las agujas del reloj de muñeca que tomo como referencia, con la manecilla de los segundos avanzando hacia las ocho y quince, el calor a esa hora precisa del día en ese exacto lugar, ya digo, no es sofocante. De hecho, una ligera brisa acerca hasta los pies de la escalinata del banco un par de papeles arrugados que, si fuésemos capaces de desplegar y leer, nos alentarían a seguir en una lucha que ya sabemos perdida pero consideramos, de cualquier modo, lo bastante lejana a nosotros como para que nos inquiete. Tan lejana como aquel avión. Quizá no tanto.

# Enlaces de interés
[La pacífica vida cotidiana de Hiroshima antes de la bomba nuclear], Hipertextual.
["Quería saltar al río, el cuerpo me ardía, pero no había sitio. Estaba repleto”], Público.

¿Cómo se os queda el cuerpo? ¿Todavía no sentís pena por el Sr. Misaji, verdad? Ya me lo contáis en la próxima entrega. Recordad que esto es un ejercicio de descripción sin personajes, un escenario vacío, un pequeño fragmento de mundo en mi cabeza que puede parecer real (que he intentado que parezca real) pero tampoco soy yo historiadora ni llevo años investigando el acontecimiento como para sentar cátedra, eh.

Hasta pronto.

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