El rincón de escribir

Imagen del evento de Tunguska, árboles caídos.

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Como si yo entendiera de bombas nucleares: Ejemplos prácticos I

Hoy vamos a ver cómo se fabrica una bomba atómica casera. Comentaba hace unos días, que para este proceso creativo yo, que por norma general no tengo nada que contar, no parto de una idea estupenda a la que dar forma para asombrar al mundo. Yo, como no tengo nada que contar, primero tengo que buscar algo que contar y, como estamos trabajando en el contexto de un relato histórico, ese algo ha de ser historia.

Antes de seguir, una advertencia: Esto no es un resumen de las clases que he recibido, ni una guía detallada sobre cómo escribir, ni nada que se le parezca. Esto soy yo compartiendo mis saltos de idea en idea, en ocasiones sola y en ocasiones acompañada por los profesores.

Primer punto de este proceso creativo:
Encontrar algún evento histórico para contar algo al respecto

El hecho en sí o la época ahora mismo son lo de menos, cualquier punto de partida será válido ya que me dará material con el que empezar a trabajar. Me tiro a internet de cabeza y voy saltando de artículo en artículo, de página en página, hasta que algo llama mi atención: Una nueva teoría explicaría por qué nunca se han encontrado restos del objeto espacial que originó la explosión de Tunguska. De pronto imagino el panorama típico de aquel evento, árboles tumbados, kilómetros arrasados y, en el centro del desastre, mi mente coloca a un personaje. Un personaje que es imposible que sobreviviera a aquello. Vale, ya tenemos algo: Un ser intrascendente en medio de un acontecimiento histórico. Me pongo a escribir a ver qué es lo que sale y lo que sale es esto, en crudo:

# Tunguska 1908
Sabes que no eres especial cuando te sacude una oleada de calor repentino, un calor azul brillante, tan brillante como el sol pero azul, que se intensifica hasta que dejas de sentir y entonces ya no estás. Sabes que no eres especial porque te ha dado tiempo a trascender: El haz de luz ha durado apenas unos segundos, lo has visto aparecer, atravesarte y desaparecer contigo, y durante esos segundos has sido consciente hasta que tu cerebro ha hervido haciendo chop. Sabes que no eres especial porque todos morimos tarde o temprano y, cuando tu cerebro ha hecho chop, tú has muerto. Por eso sabes que no eres especial. No eres más especial que el que muere rodeado por sus seres queridos. Ni menos que aquel que lo hace en una guerra. No confundes legado y lágrimas con dejar de existir porque sabes de sobra que no eres especial. Porque especial no es que te recuerden más o menos, especial hubiera sido sobrevivir. Ahora ya has dejado de no ser especial, ahora eres cenizas y puedes volar.

Varias cosas: Esta primera escritura me deja un personaje con su conflicto (la consciencia)* y un relato con su tema (la intrascendencia).** Para no tener nada que contar ya es algo de peso. Pero en el fondo es un texto muy poco concreto y además, si me pongo tiquismiquis con el contexto histórico, sería poco verídico: No se conocen víctimas mortales inmediatas del extraño evento de Tunguska. Sí hubo algunos heridos a más de cuatrocientos kilómetros de distancia por la onda expansiva y bastantes nativos muertos en los sucesivos años por efectos de la radiación. De modo que este texto no iría del hecho histórico en sí, aunque lo utilizaría. Este texto iría solo de nuestra intrascendencia. Otra cosa es que resulte verosímil, que por ahí podría colar, pero no me convence…

¿Es suficiente?

Depende de lo que se quiera. Yo, después de darle varias vueltas, dije que no porque ya había superado la excusa para ponerme a escribir y quería algo que, además de estar ahí, pudiera ser realista.

Entonces tengo a un personaje que se desintegra por una especie de explosión nuclear en un evento en el que en realidad eso no ocurrió, pero ¿ha ocurrido algo parecido en otro momento histórico, en otro lugar? Deberíamos preguntárselo a los japoneses. Vuelvo de cabeza a internet y busco artículos sobre el final de la II Guerra Mundial.

Una sombra en Hiroshima

Imagino que ya sabréis por dónde voy, pero si no conocéis los detalles de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, os dejo este enlace concreto sobre las impactantes sombras que dejó en el asfalto la bomba nuclear de Hiroshima.

Reescribo lo que ya tenía y lo que me queda sale así:

# Una sombra en Hiroshima
Sabes que no eres especial cuando te sacude una oleada de calor repentino, un calor rojo brillante, tan brillante como el sol pero rojizo no amarillo, que se intensifica hasta que dejas de sentir y, entonces, ya no estás. El haz de luz, que ha durado apenas segundos, te ha servido para saber que tú no eres especial. Fumabas tranquilamente en las escaleras del banco esperando que diera la hora cuando lo has visto aparecer, atravesarte y esfumarse contigo, como tu cigarrillo. Y durante esos segundos que no has parado de observar aunque cegara, fuiste consciente de ti hasta que tu cerebro hirvió haciendo chop. Sabes que no eres especial porque todos morimos tarde o temprano y, cuando tu cerebro ha hecho chop, tú has muerto. Por eso sabes que no eres especial. No eres menos especial que el que muere rodeado por sus seres queridos. Ni más que aquel que lo hace en un accidente sin auxilio. No confundes legado y lágrimas con dejar de existir porque sabes de sobra que no eres especial. Porque especial no es que te recuerden más o menos, especial hubiera sido sobrevivir. Ahora ya has dejado de no ser especial, ahora que eres cenizas puedes volar, atrás sólo queda la sombra de una antigua realidad.

Esto ha ganado un poquito en concreción y bastante más en exactitud histórica, por lo menos en Hiroshima sí que hubo víctimas directas.

Notas al pie

* Conflicto del personaje: Su consciencia. Cof, cof. Sé que no suena muy consistente. Su conflicto puede ser querer vivir y no poder, pero su problema es ser consciente de ello. Sin ser consciente, no existe ese problema, luego hay que serlo para saber que deseas vivir. ¿Os convence? Ji.

** Tema del relato: La instrascendencia. El tema pesa más que el conflicto, pero van de la mano. Me vale porque no tenía nada que contar antes de esto. He de confesar que aquí hay un poquito de trampa. Plantearme el que seamos algo o no, el que nos recuerden o no, que dejemos un legado o no tiene un trasfondo personal derivado de este otro momento histórico que nos está tocando vivir. Una tía mía lleva veinte días ingresada por Covid-19, la mayor parte de ellos en la UCI. Para vosotros será un número más en las cifras finales. Para mí y para mi familia, no.

Vuelvo en unos días.

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